La carrera presidencial hacia la Casa Blanca ha comenzado. Las elecciones se celebran el próximo mes de noviembre y hay muchos intereses en juego. El último en salir a la luz ha sido desvelado por Donald Trump, quien ha asegurado que, de ser el próximo presidente de EE.UU., obligará a Apple a fabricar en el país.
«Vamos a obligar a Apple a construir sus malditos ordenadores en este país en vez de en otros países», aseguró este lunes en un acto en la Liberty University, Virginia (a partir del minuto 1:07):
Tal y como recuerda «Gizmodo», los de Cupertino fabrican el MacBook Pro en EE.UU., en una fábrica en Austin. Es verdad que el resto de equipos y dispositivos provienen de Asia gracias a Foxconn, la multinacional taiwanesa contratada por la grandes tecnológicas como Apple, Amazon, Google o Microsoft que produce todos los dispositivos desde la ciudad china de Shenzhen.
De lo que no ha dado detalles Trump es de cómo piensa conseguir que Tim Cook cambie de idea porque, en principio, el presidente de EE.UU. no tiene poder para prohibir a cualquier compañía que fabrique fuera del país, a no ser que se produjera un cambio de legislación como, por ejemplo, una penalización en los impuestos por producir en el extranjero. Y aunque la idea del candidato republicano verse sobre enormes aranceles o deportaciones, poco más podría hacer.
La muestra está en que este intento no es nuevo. Barack Obama ya habló con Steve Jobs sobre este tema en 2011. «¿Por qué esos trabajos no pueden volver a casa?», preguntó el presidente al entonces CEO de Apple, tal y como recogió el «New York Times». Steve Jobs respondió: «Esos trabajos jamás volverán».
Y no lo harán por cuestiones no solo exclusivamente económicas. Todo el mundo sabe que fabricar en China sale más barato pero la idea que defienden los ejecutivos de Apple es que «la gran escala de fábricas en el extranjero, así como la flexibilidad, diligencia y habilidades industriales de los trabajadores extranjeros han superado sus homólogos estadounidenses», tal y como recuerda el diario.
Según explicó un ejecutivo de Apple al «New York Times», cuando la compañía diseñó en el último minuto la nueva pantalla de uno de sus iPhones, toda la cadena de montaje debía ponerse en marcha y revisar cada terminal para que incluyera el último diseño. «Las nuevas pantallas comenzaron a llegar a la planta cerca de la medianoche. Un capataz despertó a 8.000 trabajadores de los dormitorios de la compañía. A cada empleado se le dio una galleta y una taza de té y en menos de media hora comenzó un turno de 12 horas para montar las nuevas pantallas». ¿El resultado? Se produjeron más de 10.000 iPhones al día.
«La velocidad y la flexibilidad es impresionante», relató el ejecutivo al diario. «No hay una planta americana que puede competir con eso».
«Otra ventaja fundamental para Apple es que China proveía ingenieros a una escala que EE.UU. no podía ofrecer -publica el 'New York Times'-. Los ejecutivos de Apple estimaron que 8.700 ingenieros industriales eran necesarios para supervisar y guiar la línea de montaje de 200.000 empleados dedicados a la manufacturación de los iPhones. Los analistas de la compañía estimaron que serían necesarios nueve meses para obtener esa cantidad de ingenieros cualificados en EE.UU. En China tardaron sólo 15 días».
La idea es invertir en innovación lo que se ahorran en otro tipo de costes. «Vendemos iPhones en más de cien países», relató al fuente al periódico. «No tenemos la obligación de resolver los problemas de EE.UU.. Nuestra única obligación es hacer el mejor producto posible», concluye.
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